Capella, un lugar...

Ni que decir tiene que la celebración de un evento como el que el pasado sábado, día 3 de Septiembre, tuvo lugar en la localidad ribagorzana de Capella representa un gran reto. No sólo económico, logístico y organizativo, sino también, y principalmente, de voluntariado.

Acoger a unas 1.500 personas, venidas en unos 10 autobuses y más de 200 coches, para un pequeño municipio de poco más de 300 habitantes, donde este tipo de actos no son habituales, constituye un gran acontecimiento en el que volcarse y del que sentirse orgulloso, y a la vez, una fuente de preocupaciones y desvelos para quienes tienen que organizar y participar de su desarrollo. Han sido sólo cinco semanas (coincidentes además con las fiestas patronales), cinco semanas muy intensas las habidas para dar cuerpo a muchas y variadas ideas, salidas de las mentes de todos, y que finalmente cobraron vida el pasado día 3. Quizás se puedan cuestionar algunos matices de lo obrado, pues las cosas siempre son mejorables, pero indudable deber ser el cariño, interés y buen hacer con los que todos han actuado. Por ello, porque todos sabemos que las cosas no se hacen solas, AGRADECER muy sinceramente la ayuda y colaboración prestadas por los vecinos del municipio y resto de entes públicos y privados.

No citaré nombres, por miedo a olvidar alguno, ya que toda participación ha resultado igual de importante, pero sí que haré mención de los distintos grupos involucrados.

A los miembros de la Comisión Organizadora, por todo el tiempo invertido en las reuniones y la planificación.
A los miembros de la Peña “La Meliguera”, responsables de proveer de alimento a los hambrientos.
A las feligresas y parroquianas, por su labor de engalanado de las calles del pueblo y del recinto polideportivo.
A los miembros del grupo encargado de la limpieza y del montaje de las mesas y carpas.
A los miembros del grupo encargado de las labores de asistencia a los romeros en las inmediaciones de la Iglesia, durante todo el recorrido de la procesión y en el recinto polideportivo.
A los miembros del grupo encargado de la manufactura y reparto de las bolsas obsequio y sombreros, cuyo trabajo sirvió de bálsamo frente al reinante sol de la jornada.
A las señoras de la torta, sin cuya discreta y callada labor, la jornada no hubiera sabido tan dulce.
A los encargados de la barra del bar, por aliviar la sed de los sedientos.
A los miembros de la Oficina de Lotería y Donativos, por estar ahí.
A los miembros de la Guardia Civil, Protección Civil y Cruz Roja, por asegurar la integridad física y el bienestar, tanto de conductores, como de romeros y resto de asistentes.
Al ideólogo, planificador y ejecutor del recinto, por haber logrado crear un espacio pensado para el disfrute de la ceremonia, sin descuidar el diseño, la funcionalidad y el orden necesarios.
Y a todos otros aquellos de quienes, habiendo aportado su granito de arena, pudiera haberme olvidado en las líneas precedentes.