Capella, un lugar...: El recinto

La celebración de la misa conmemorativa de la XXXVIII Romería “Vírgenes de la Ribagorza”, oficiada por el Obispo de la Diócesis Barbastro-Monzón, Monseñor Ángel Pérez, tuvo lugar en las instalaciones polideportivas del municipio, concretamente en el Campo de Fútbol. Acondicionándose el edificio de los vestuarios y alrededores, como Zona de Aseos y el Campo de Futbito, como Zona de Mesas y Carpas, donde acomodar a aquellos de los asistentes, que decidieron quedarse a comer tras la celebración del acto litúrgico.

El diseño, planificación y ejecución del recinto que debía albergar la misa, corrió a cargo de José Oliva, vecino del municipio, quien para tan singular ocasión creó, tras un meticuloso estudio de la acústica y la visibilidad; un amplio, creativo y original espacio, organizado en tres zonas. Una destinada al escenario y las dos restantes separadas por una amplia calle central de más de siete metros de anchura y unos 90 metros de recorrido, delimitada por verdes cañas pitas, que acababa por desembocar en la escalinata central, de peldaños granate y pasamanos cian, a través de la cual se accedía al escenario principal, destinado a albergar a las autoridades religiosas.

La primera zona, donde se ubicaba el escenario en una posición central preeminente, fue ideada para convertirse en el hilo conductor hacia el que dirigir todas las miradas durante la ceremonia. A su alrededor, del lado izquierdo, una plataforma andamiada sostenía en su parte derecha las banderas de Capella, Aragón y España, mientras que de su parte izquierda pendía la bandera parroquial de San Martín, elaborada en un antiquísimo tejido color granate. Del lado derecho, como elemento volumétrico de equilibrio, se dispuso un pequeño tablado desde el que el grupo de la Coral La Virgen de la Peña de Graus amenizó la ceremonia con sus cánticos.

Por lo demás, a ambos lados de la escalinata y justo a los pies del escenario, se alzaban dos pares de mesas, forradas en tejido blanco símbolo de pureza, donde depositar las ofrendas tras ser presentadas a las vírgenes durante el acto de la Eucaristía.

La segunda, destinada al acomodo de las imágenes de las vírgenes, estaba compuesta de cuatro bancadas o bancos en diseño de cuarto de esfera y unos 10 metros de longitud, dispuestos en simetría de a dos respecto del eje conformado por el pasillo central. Dichos bancos, también forrados en tejido blanco, alzaban a las vírgenes hasta una altura de unos 40 centímetros en su base, a la vez que por su amplio espacio circundante permitían el tránsito holgado de quienes portaban las imágenes.

Finalmente, el lugar destinado a los asistentes constaba de dos áreas. La más próxima al escenario compuesta por cerca de 1.000 sillas (blancas y verdes), perfectamente alineadas en planta semicircular, al más puro estilo de los teatros clásicos, donde se decidió reservar la primera de sus filas a las Autoridades Civiles y personas con problemas de movilidad. La segunda, dispuesta para las personas que desearan permanecer en pie durante toda la ceremonia se encontraba delimitada por cañas pitas y flanqueada en su parte posterior por un pasillo trasversal de anchura algo menor al principal, cuyo objeto era comunicar ambos lados del recinto y servir como emplazamiento temporal de las ofrendas una vez finalizada la procesión, disponiéndose al efecto una serie de mesas y carpas.

Croquis